Su vida estuvo fuertemente marcada por el sufrimiento y la demolición de la Segunda Guerra Mundial, tomando el concepto de la destrucción como un pilar dentro de su vida y su praxis artística. Su pintura ha sido descrita como pionera del Neo expresionismo alemán. En 1969 comienza a pintar a sus personajes invertidos, de cabeza, como un intento de superar el carácter representativo de su trabajo más temprano, constituyendo el rasgo más distintivo de su cuerpo de obra, lo cual le valdría una gran atención y crítica por parte de la comunidad artística. Trabajando en pintura, dibujo, grabado y escultura monumental de madera, Baselitz suele abordar temas relacionados con la identidad nacional alemana posterior a la Segunda Guerra Mundial, en particular el papel de los artistas alemanes.