Daniel con los leones
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Daniel con los leones
Daniel con los leones, S.XX
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Después fueron a decir al rey: ‘Entréganos a Daniel; si no, te mataremos a ti y a tu familia’. Ante esta amenaza, el rey se vio obligado a entregarles a Daniel. Ellos lo arrojaron al foso de los leones, donde permaneció seis días. En el foso había siete leones a los que se daba diariamente dos personas y dos ovejas, pero esta vez no les dieron nada, para que devoraran a Daniel. En ese momento, el profeta Habacuc, que estaba en Judea, acababa de hacer preparar un guiso y de poner pequeños trozos de pan en una canasta, e iba hacia el campo a llevar su comida a los segadores. El Angel del Señor dijo a Habacuc: ‘Lleva la comida que tienes a Daniel, que está en Babilonia, en el foso de los leones’. ‘Señor’, respondió Habacuc, ‘nunca he visto a Babilonia y no conozco ese foso’. El Angel del Señor lo tomó por la cabeza y lo llevó de los cabellos hasta Babilonia, al borde del foso, con la rapidez de su espíritu. Habacuc exclamó: ‘Daniel, Daniel, toma la comida que el Señor te envía’. Y Daniel dijo: ‘Tú, Dios, te acordaste de mí, y no abandonaste a los que te aman’. Después se levantó y comió, mientras que el Angel de Dios volvió a llevar en seguida a Habacuc a su lugar. El séptimo día, el rey fue a llorar a Daniel. Se acercó al foso, miró y vio que Daniel estaba tranquilamente sentado. Entonces exclamó: ‘¡Tú eres grande, Señor, Dios de Daniel, y no hay otro Dios fuera de ti!’. Después hizo salir a Daniel del foso y mandó arrojar en él a los que habían querido destruirlo, y al instante ellos fueron devorados en su presencia. (Daniel 14, 29-42)
El libro de Daniel cuenta la historia de un profeta del mismo nombre, quien, según la narración, vivió en Babilonia como exiliado junto con el resto del pueblo hebreo.
El texto católico del libro, que incorpora los agregados griegos, duplica la historia de Daniel en el foso de los leones; es este texto griego el que vemos aquí condensado y representado. Se narra que, tras destruir los ídolos de Babilonia, el profeta fue arrojado por el pueblo a un foso con siete leones sin que el rey Ciro, amigo del profeta, pudiera impedirlo. Según el texto, Daniel permaneció allí una semana, periodo durante el que no se alimentó a los animales salvajes con el fin de que lo devoraran. En ese tiempo, un ángel trasladó al profeta Habacuc desde Judá, donde vivía, hasta Babilonia, con la misión de llevar alimento a Daniel. Pasados los días del castigo, el Rey fue a llorar a su amigo y descubrió que este se encontraba sano.