Rut y Noemí, S.XX
Imágenes
Cuando estaban en camino de regreso a Judá, Noemí dijo a sus nueras: ‘Creo que es mejor que ustedes se vayan a sus casas. Que el Señor les recompense todo lo bueno que han hecho con mis hijos y conmigo y les permita que encuentren cada una un esposo con quien puedan vivir en paz.’ Y en seguida les dio un abrazo. Pero ellas, llorando, le respondieron: ‘No nos iremos, sino que seguiremos contigo’. […] Ellas seguían llorando, hasta que al fin Orfa, dándole un beso, se fue a su casa. Rut, en cambio, se quedó con ella. Noemí le dijo entonces: ‘¿Por qué no te vas también tú con tu cuñada, y así regresas a tu casa y a tus dioses?’. Rut le replicó: ‘No me obligues a dejarte yéndome lejos de ti, pues a donde tú vayas, iré yo; y donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, allí también quiero morir y ser enterrada yo. Que el Señor me castigue como es debido si no es la muerte la que nos separe’. (Rut 1, 8- 10; 1, 14 -17)
El libro de Rut, escrito quizá en el S. V a. C., narra la historia de una joven moabita que se terminaría convirtiendo en la bisabuela del rey David. Cuestión curiosa dada la prohibición de los matrimonios mixtos en el pueblo de Israel. Noemí, madre del difunto marido de Rut, le ayuda a seducir al gentil Boaz, con quien eventualmente terminará desposándose.
La escena que vemos representada es el momento en el que Noemí, tras perder a su esposo y a sus hijos, decide regresar a su casa de Belén; le acompañan sus nueras, Rut y Orpa. Sin embargo, Nohemí les pide que se marchen a su patria para poder volver a casarse. Orpa le hace caso a su suegra y decide volver a su casa, mientras que Rut decide quedarse con ella. Una tierna escena donde se sella un pacto de cariño y cuidado con un abrazo, mientras les rodea una escena bucólica.