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Obras
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El estanque de la casta Susana
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La casta Susana, S.XX
Antiguo TestamentoDaniel 13, 15-28© Felipe Nieva / Cortesía Fundación AMMAImágenes
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Mientras estaban esperando la ocasión favorable, Susana entró un día en el jardín, como los días anteriores, acompañada solamente de las sirvientas jóvenes, y como hacía calor, quiso bañarse en el jardín. Allí no había nadie excepto los dos ancianos que estaban espiando escondidos. Susana dijo a sus criadas: ‘Tráiganme jabón y perfume y cierren las puertas del jardín para poder bañarme’. Ellas obedecieron, cerraron las puertas del jardín y salieron por la puerta lateral para traer lo que Susana había pedido. No sabían que los ancianos estaban escondidos, En cuanto salieron las sirvientas, los dos ancianos se levantaron y fueron corriendo donde ella. Y le dijeron: ‘Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros estamos llenos de pasión por ti; consiente y entrégate a nosotros. Si no lo haces, juraremos que un joven estaba contigo y que por eso habías despedido a tus criadas’. Susana exclamó gimiendo: ‘Me encuentro sitiada por todos lados. Si consiento, es como morir; si no consiento, no me libraré de las manos de ustedes. Pero prefiero caer en manos de ustedes sin pecar, antes que pecar delante del Señor’. Y Susana se puso a gritar muy fuertemente. Los dos ancianos gritaron también contra ella, y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín. Al oír estos gritos en el jardín, las gentes de la casa se precipitaron por la puerta lateral para ver qué pasaba. Y cuando los ancianos contaron su historia, los sirvientes se sintieron muy avergonzados, porque jamás se había dicho de Susana cosa semejante. A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos perversos contra Susana, para hacerla condenar a muerte. (Daniel 13, 15-28)
Otra de las situaciones contadas por el libro de Daniel es la historia de Susana, la cual era una joven hermosa, esposa de un hombre llamado Joaquín, en cuya casa se reunían a diario dos jueces ancianos para solucionar los pleitos de la población; ellos sentían una pasión desmedida por Susana. Un día fingieron marcharse después de su reunión, pero en realidad se escondieron en el jardín donde sabían que tomaba su baño la joven. Aprovechando un descuido de las criadas, se aparecieron ante Susana y la amenazaron diciéndole que, si no accedía a estar con ellos, la acusarían de haberla encontrado con otro hombre. Como ella no accedió, la calumniaron y fue enjuiciada para lapidarla. Susana fue salvada por la intervención del joven profeta Daniel, que se da cuenta de la injusticia.
Es justo el momento del baño, el que vemos representado; Susana tapa su cuerpo desnudo con un velo, mientras los ancianos la miran. A su alrededor aparecen escenas familiares que ignoran el momento tenso que está pasando.
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