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Casa de Nazaret
La casa de Nazaret, S.XX
Nuevo TestamentoLucas 2, 51- 52© Felipe Nieva / Cortesía Fundación AMMAImágenes
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Jesús entonces regresó con ellos, llegando a Nazaret. Posteriormente siguió obedeciéndoles. Su madre, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón. Mientras tanto, Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres. (Lucas 2, 51- 52) / Tomó por su cuenta la Señora del mundo sustentar desde entonces con su trabajo a su Hijo santísimo y a su esposo […] Comenzó la gran Reina a trabajar más, hilando y tejiendo lino y lana. (Mística Ciudad de Dios. Libro V, 859)
Estamos ante una representación de la vida cotidiana que nos presenta un modelo de vida para las familias cristianas; siguiendo el consejo monacal de “orar y trabajar”, ningún miembro de esta familia sagrada permanece quieto; incluso María está hilando, haciendo eco a la tradición que recoge sor María de Ágreda, donde la Virgen se hace cargo del sustento económico por medio de la venta del lino.
Esta escena también es un buen pretexto para hablar de la devoción a José, tan en boga en los principios del S. XX como remedio ante los males sociales, y la cual inició a finales de la Edad Media, especialmente por la orden franciscana, pero cuya mayor fama vendrá en el S. XVI con la expansión del Carmelo Descalzo, cuya fundadora, santa Teresa de Jesús, fue la gran promotora del culto al padre de Jesús. Este culto tomó nuevos bríos en el S. XIX, introduciéndolo en ámbitos familiares y especialmente obreros.
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