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Obras
Los desposorios, S.XX
Nuevo TestamentoLeyenda dorada de Santiago de la Vorágine© Felipe Nieva / Cortesía Fundación AMMAImágenes
En vista de que no se había cumplido lo anunciado por el oráculo divino, el pontífice entró de nuevo en el oratorio para repetir la consulta al Señor, y al poco rato la misma voz de antes se oyó, y dijo: ‘Ese que no ha colocado su bastón sobre la mesa es el que está predestinado para casarse con la doncella’. Entonces José, sintiéndose tan directamente aludido, puso su cayado sobre el ara de los sacrificios, e inmediatamente el cayado se irguió, floreció, y todos vieron cómo una paloma descendía de lo alto y se posaba sobre la flor recién surgida en el extremo superior de la vara. De ese modo Dios manifestó públicamente que José, dueño del bastón florecido, era el elegido por Él para que se casara con la Virgen. Celebrados los esponsales de María y José, éste regresó a su ciudad de Belén donde vivía y comenzó a preparar lo necesario para la boda. María, por su parte, desde Jerusalén se fue a Nazaret, a casa de sus padres, acompañada de siete doncellas de su misma edad que habían ingresado en el Templo más o menos por cuando ella ingresó. (Leyenda dorada de Santiago de la Vorágine)
María, según el relato de los Apócrifos, es entregada al templo desde los 3 años; ahí serviría hasta la edad de 12 o 14 años, cuando los sacerdotes de Jerusalén le tienen que buscar un marido. Se pidió que todos los varones solteros y viudos de Judá llevaran una vara, para colocarla en el altar y así conocer al elegido, aquel de cuya vara saliera una paloma. La iconografía cambió la paloma por flores y esta es la representación que se impuso. De acuerdo con estos relatos, José era un hombre anciano, pero para el final de la Edad Media varios teólogos y tratadistas hablarán de un José viril y joven. Llama la atención la representación de los desposorios, de los cuales la Biblia no da detalles; sabemos que el matrimonio entre los judíos era un contrato civil realizado fuera del templo o la sinagoga. Sin embargo, la representación se adaptó al rito cristiano incluyendo, como en este caso, las figuras del sacerdote y el acólito.
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