Moisés recibe las tablas de la Ley, S.XX
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Yahvé dijo a Moisés: ‘Sube a lo más alto del cerro y detente allí. Yo te daré unas tablas de piedra con la enseñanza y los mandamientos que tengo escritos en ellas, a fin de que los enseñes al pueblo’. Partió, pues, Moisés con Josué, su ayudante, y ascendió el monte de Dios. Había dicho a los ancianos: ‘Aguarden aquí hasta que regresemos’. Ahí quedan con ustedes Aarón y Jur, de manera que si se presenta alguna dificultad recurran a ellos. Moisés, pues, subió al monte, al que cubrió en seguida una nube. La Gloria de Yahvé estaba bajando sobre el Sinaí, y la nube lo envolvió durante seis días. Al séptimo día, El llamó a Moisés de en medio de la nube. La Gloria de Yahvé estaba en la cumbre del monte y los hijos de Israel la veían semejante a un fuego ardiente. (Éxodo 24, 12 -17)
Tras huir de Egipto al defender a un hebreo, Moisés se asienta en Madián; ahí formará su familia y descubrirá su vocación como libertador de su pueblo.
Tras sacar a los hebreos de Egipto y darles su libertad, mientras viajan en el desierto rumbo a la tierra prometida a sus antepasados, Dios lo hace subir al monte Sinaí para darle leyes únicas a todas las tribus y celebrar un nuevo pacto con su pueblo.
Vemos el momento en el que Moisés recibe las Tablas de la Ley; el legislador es representado con rayos de luz sobre su cabeza que nos recuerda el cómo, según el libro del Éxodo, su rostro se tornó resplandeciente por haber visto a Dios.
La representación del dios judeocristiano como anciano surge en el S. XIII, y no sin polémica; viene de una interpretación de una visión descrita en el libro de Daniel, donde habla del “Anciano de días” que da su reino y poder al hijo del hombre.
Moisés, que recibe los mandamientos, es central en la iconografía veterotestamentaria, pues representa el antiguo pacto, la Ley que, según los cristianos, Jesús vendrá a cumplir y abolir para dar universalidad a la salvación.